¡A su salud! Cultura e historia viva del vino de Taganana

   

      Resulta muy raro que en cualquier casa de Taganana no te ofrezcan un vaso de vino. Es una costumbre muy antigua, quizás data de tiempos gloriosos cuando el cultivo de la viña cobró protagonismo en la isla a partir del siglo XVI.

      En el caserío de El Chorro (Taganana), enclave pintoresco donde los haya, se percibe muy bien esta cultura del vino local, que se ha mantenido aún con el paso del tiempo. En este rincón, también conocido como Los Auchones, encontramos un interesante patrimonio asociado al vino y a su proceso de elaboración.

      Las peculiaridades climatológicas de una zona expuesta a barlovento determina que las precipitaciones y temperaturas ofrezcan un sector de aridez (costa) y semiaridez (medianía baja)  propicio para la viña. Es más, estamos  en un área de excepcional riqueza varietal.  A su vez, recursos naturales vitales como el agua u otros como depósitos de tosca (propio de un macizo como Anaga) han facilitado la práctica y permanencia agrícola  y la construcción de visibles elementos patrimoniales: lagares, cuevas-habitación, corrales, cuadras, bodegas, tanques, canales de agua, etc. 

Lagar de tosca exterior de Pedro Romero

 

     En El Chorro no pasan desapercibidos los antiquísimos lagares de tosca exteriores que  aún conservan casi todos sus elementos: la viga, el husillo, la piedra, las vírgenes… Además, es muy gratificante para el visitante contemplar una de estas estructuras mientras su propio dueño, infatigable currante y conocedor, nos da las explicaciones pertinentes y nos invita a una “perra de vino”.

» el chorro «

                           

El nombre de El Chorro se debe precisamente a que existe un punto de agua estratégicamente ubicado, cuyo habitáculo actual es de tosca roja.

         “ Aquí la existencia de agua fue clave porque permitió higienizar las bodegas en un tiempo en que se avinagraban los vinos por falta de limpieza en estas infraestructuras tan rústicas ”, nos cuenta Roque Romero vecino y bodeguero.

        El tiempo pasa, el campo ya no es lo que era, lo local parece a veces estar condenado por la vorágine de los mercados exteriores y los valores sociales también han cambiado a veces de manera más o menos acertada; sin embargo, aún quedan pequeños entornos rurales como El Chorro, donde su gente, su espacio vital y sus valores naturales, agronómicos y culturales han echado raíces para deleitarnos hoy día con un enclave único, digno de ser visitado y conservado.        

 Echeyde Pérez Pérez